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y la müsica no es la excepciön. En este caso particular, el agrade- cimiento va para la pianista y compositora Clara Wieck, quien en 1840 se convirtiö en Clara Schumann al casarse con el compositor alemän Robert Schumann. A los diarios de Clara debemos muchi- sima informaciön sobre Schumann y su müsica, y sobre el ambiente musical alemän del siglo XIX. Asi pues, iniciemos la consulta del diario de Clara Schumann, en particular la entrada que corresponde al dia 31 de mayo de 1841. Dice asi: Robert iniciö ayer otra sinfonia, que serä en un movimiento pero tendrä un adagio y un final. No he oido nada de la obra pero oigo el constante ajetreo de Robert y escucho constantemente el re menor en la distancia, por lo que se que otra obra estä tomando forma en el fondo de su alma. Lo mäs interesante de este pärrafo es, sin duda, la asociaciön di- recta que Clara Schumann hace entre la tonalidad de re menor y las profundidades del alma del compositor. Es especialmente signifi- cativo en este contexto el hecho de que el propio Schumann escribiö un articulo en el que intentaba resolver (sin exito) el curioso pro- blema de la caracterizaciön de las tonalidades. Afirmaba Schumann, con razön, que era igualmente inadmisible suponer que un senti- miento determinado solo podia ser expresado musicalmente a traves de una tonalidad especifica, o sostener que cualquier sentimiento podia ser expresado en cualquier tonalidad. Aparentemente, nadie ha podido resolver esta cuestiön, ni desde el punto de vista de la per- cepciön subjetiva, ni desde el punto de vista de la acüstica. El caso es que la Cuarta sinfonia de Schumann, que segün su mujer emergia desde el fondo de su alma, estuvo terminada en sep- tiembre de 1841, y el compositor ofreciö el manuscrito a su esposa el dia en que bautizaron a su primer hijo. Suele considerarse a esta sinfonia como lo mejor de la producciön de Schumann, y esta opiniön fue establecida por sus contemporäneos. Treinta anos despues de la muerte de Schumann, el compositor Johannes Brahms escribiö lo siguiente sobre la Cuarta sinfonia: La instrumentaciön original siempre me ha encantado. Es un verdadero placer ver algo tan espontäneo y brillante expresado con tanta gracia y facilidad. Me recuerda a la Sinfonia en sol menor (la nümero 40) de Mozart, sin compararla en otros aspectos. Todo es tan natural que es imposible imaginarlo de modo diferente. No hay colores duros, no hay efectos forzados. Por otra parte, hay que reconocer que el disfrute de la versiön revisada tiene tambien sus ventajas. A lo que Brahms se referia respecto a lo original y lo revisado puede explicarse fäcilmente. De hecho, esta sinfonia es la segunda