Richard Wagner (1813-1883) Obertura de la opera Los maestros cantores de Nüremberg Pocos compositores han sido objeto de adoraciön y odio tan totales, tan apasionados, como Richard Wagner. Asi como conquistö la admi- raciön profunda de personajes tan distintos como Anton Bruckner, Franz Liszt, Charles Baudelaire, Gustav Mahler y Friedrich Nietzsche, asi tambien Wagner se granjeö la animadversiön de müsicos y cri- ticos de todas las tendencias. Cada una de sus obras fue objeto de criticas multiples, algunas a favor, muchas otras en contra; lo que parece ser un hecho indudable es que Wagner y su müsica nunca han dejado indiferente a nadie. Dentro de esta dualidad de aprecia- ciön al respecto de Wagner y su müsica, su opera Los maestros can tores de Nüremberg no fue la excepciön, y tambien provocö reac- ciones de todo tipo. En el ano de 1927 el gran compositor alemän Richard Strauss (1864-1949) escribiö una carta a su amigo y libre- tista Hugo von Hoffmansthal, en la que le decia: En fecha reciente he vuelto a escuchar esa obra maestra que es Los maes tros cantores. Desde entonces me ronda el deseo de escribir algo similar pero, por desgracia y como es natural, guardando las debidas distan- cias. Es una autentica obra alemana, una excelente pieza teatral y a la vez una genuina representante de la cultura alemana. El mejor tras- fondo material al respecto es, en mi opinion, el antiquisimo contraste entre el arte latino y el arte alemän, que se encarna en tres simbolos de la müsica y la poesia como Walther, Sachs y Beckmesser. Como contraposiciön a la admiraciön expresada por Strauss hacia Los maestros cantores, existen muchisimos textos en los que Wagner ha sido atacado furiosamente a causa de esta opera. Por ejemplo, Ferdinand Hiller escribiö lo siguiente: La decadencia de Los maestros cantores es el mäs demente asalto que ja- mäs se haya perpetrado en contra del arte, el gusto, la müsica y la poesia. A su vez, el critico musical Heinrich Dorn escribiö esto en 1870, en un periödico berlines: No es posible imaginär una cacofonia mäs horrenda que Los maestros cantores de Wagner, ni aun si todos los organilleros de Berlin fueran encerrados en el circo de Renz a tocar cada uno una melodia distinta.