Volltext Seite (XML)
, . L 59 ] jas de la constitución ensartadas en las lanzas del gobierno comtitu - cionnl; las leyes invertidas en cartuchos; pueblos convertidos en ce nizas; campos blanqueados con los huesos insepultos de la humanidad destrozada; cruzes solitarias que recordaban la muerte de algún va liente asesinado en un desierto; i las arcas nacionales, en otro tiem po rebosando las riquezas acumuladas por una mano diestra i bien hechora, vacias ya, alcanzadas i sin crédito. Yeia todo esto i los gri tos de su propia conciencia le obligaron a decir ¡esta es nuestra obrai El convencimiento de su propio crimen, ei justo temor de &u castigo, i el triste conocimiento de su impotencia i nulidad para elu dirlo con la perpetua retención del poder, le sum ieron la idea de in dultarse a sí mismo, ya que le era imposible negar que necesitaba in dulto. Recordó que Pilátos para tranquilizarse i para arrancar de sus manos la mancha que en ellas le dejaba la sangre del cordero inocen te, había recurrido a una ablución: e imitando a Pilátos en el lava torio con que se indultó a sí mismo (después de habeile imitado en la iniquidad) espidió su decreto de 5 de julio de 1842, en virtud del cual [según le parece a él] no podrá en ningún tiempo ser juzgado, perseguido, ni condenado ninguno de los ladrones, asesinos, incendiarios, i trastornadores del orden constitucional, que pertenezcan a su facción, pues según rectas consecuencias sacadas de la parte motiva del de creto, no es justo que se haga semejante cosa con los que han des pedazado la constitución en defensa de la constitución, las leyes en de fensa de las leyes, i la moral en defensa de la moral. .Se indultó, pues, a sí mismo, indultó a su suegro, a sus parientes, i a sus cóm plices; i el sello del delito que antes llevaban en la espalda, so lo co locaron ellos mismos en la frente. Pilátos, después do su indulto, iba i venia huyendo de sí mis mo, i murió corroído el corazón p r el gusano de su propia concien cia: falta que el que le imitó en la vida, le imite también en la muer te, si siquiera ha quedado en ese pecho la susceptibilidad del remor dimiento. § 41—Profecía de un periodista. El lector ha visto ya en esta esposicion cuál ha sido el ver dadero objeto que la mas torpe, imprevisiva, inicua, inmoral, des vergonzada i criminal política, se propuso al remover las cenizas dei ilustre Sucre, suscitando una cuestión peligrosa, que ha inundado en sangre a la N. G. para satisfacer la ambición i los rencores de cua tro entes oscuros en nuestra historia, que sinembargo han conseguido inmortalizar sus nombres por la via del crimen como Eróstrato el su yo con el incendio del templo de Diana, i como Rosas, matando a su patria i desollando hombres vivos, hará viajar su horroroso recuerdo por el interminable camino de los siglos.