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[. 49 ] declaración [pajina 152 linea 30 i siguientes] que fuera como el co- dicilo de todas sus contradicciones; pero una declaración con trozos de elocuencia, que de suyo descubre a todas luzes el engaño con que ca minó al patíbulo; una oración culta, puesta en boca de un hombre rús tico; un discurso pomposo, dictado por un ignorante que apénas sa bia leer i escribir mal; una composición llena de espíritu, trabajada por un hombre (pie todo era materia; una obra embellecida a vezes con trozos retóricos, vert'dos por el labio de un estúpido vicioso que jamas habia abierto un libro; un opúsculo bien ordenado, dispuesto por un hombre que no conocía mas orden que el de la precedencia de las cartas de un naipe; un rasgo rebosando sensibilidad, brotada de un corazón cruel i endurecido; una agua cristalina, destilada de las in mundicias de una fuente impura; un resultado del estudio i del talento, atribuido a la naturaleza grosera i corrompida; un escrito con pensa mientos elevados, hecho por un hombre que vivió siempre arrastrán dose en el fango de todas las miserias humanas; una esencia oloro sa, sacada de la mas hedionda i asquerosa podredumbre; una produc ción, en fin, que miéntras mas se medita i analiza, mas distante se encuentra de su supuesto autor. Por fortuna conociendo ellos mismos (los directores de la mal urdida trama) lo escandaloso, no diré inverosímil, de aquella repenti na elocuencia en el idiota que ellos mismos han calificado de instru mento ciego i estúpido [pajina 139 linea 19], sintieron la necesidad de subyugar la razón con un testimonio ante el cual enmudeciese el co nocimiento público de la ineapazidad intelectual de Morillo, i trata ron de comprobar aquel hecho sobrenatural con las precauciones con que se han comprobado siempre los hechos sobrenaturales; i en un tiempo, que no es ya de milagros, comprobaron el milagro con el tes timonio de dos funcionarios públicos, que ¡oh fortuna! certificaron [pa jina 151 linea II] -ue el ciego i estúpido instrumento Apolinar Mo- rillo DCJ* había dictado delante de ellos el elocuente escrito. Inocencia, inocencia ¡cuánto te defienden hasta tus mismos perseguidores! ¿Qué diría aquel hombre de buen juicio, a quien desde léjos se le manifestase un naranjo cargado de aceitunas; o un olivo seco i dé bil cargado de enormes i jugosas calabazas? Diría que, o la naturale- da menos que cuando se iba a continuar la causa de los reos presentes, uno de los cuales era Erazo. Está mui bien manifestado el temor que se tenia, i con razón, de la reunión de estos dos hombres engañados. En todo ese gran espacio de tiempo en que Obando pasaba por muer to en las montañas, Morillo [¡oh ¡ente descarada!] paseaba libre entre sus compañeros, como se nota en la dilijencta en que se da noticia de haber si do reducido a prisión, pajina 135 linea 4. 7