Volltext Seite (XML)
[ 58 ] bre mas interesado en ef sostenimiento de la calumnia, encargado de conducir a Morillo al cadalso, estando de todo un Provisor i habien do en la capital mil eclesiásticos exentos de tacha, a quienes por res peto al qué dirán i aun por delicadeza, debieron confiarse, mas bien que al Canónigo, los últimos momentos de Morillo, si quería defender se al Herran Presidente, de las sospechas que brota contra él seme jante conducta: Herran, mas que nadie interesado en la conservación de la vida de Morillo (en el caso de estar inocente de las maquina ciones que se le atribuían en la causa), Ilerran mas que nadie tilda do, negándose a conmutarle la pena, eludiendo la constitución, i hu yendo de que el Consejo de E. tomase conocimiento de este negocio conforme a sus atribuciones, para que no fuese a estorbar la muerte cón ellas; i para colmo de desengaños, Morillo repentinamente orador. No hai entendimiento, por obtuso que sea, que pueda resistirse a tan claro lenguaje: no hai pirronismo que no se rinda a la elocuencia de tantos hechos: no hai ciego que pueda continuar siéndolo al través de tanta luz. * § 40—El lavatorio de Pílalos. No podia Herran volver los ojos hácia ninguna parte sin (pie sus miradas tropezasen con algún asesinato, algún robo, algún incen dio, algún perjurio, o alguna otra iniquidad, ya cometida por él mis mo, ya por alguno de los do esa facción desenfrenada i delincuente llamada gobierno constitucional por la mas irritante ironía: veia las pu blicaciones estranjeras que dan cuenta de las crueles iniquidades del degollador de los aijentinos, i no veia en ellas sino la relación fiel de fo que pasaba en la N. G. bajo los auspicios del gobierno constitu cional: oia las maldiciones que el dolor propio o la filantropía ajena arroja sobre ese Rosas cuya infernal celebridad durará lo que duren los siglos, i su conciencia le gritaba que lo que estaba oyendo eran las maldiciones a que se habían hecho acredores los miembros compo nentes del gobierno constitucional: leia la historia i en ella encontra ba al vil Nerón reconociendo el seno que le habia abrigado en los pri meros meses de la existencia, con el puñal en una mano i los intes tinos de su madre en la otra, i su conciencia le decía que no era Nerón sino Herran rasgando él mismo las entrañas de su patria: veia las ho- [*] En vista de la primera edición de este folleto, se me ha hecho del Ecuador la indicación de que Morillo, cada vez que Arjona iba a su pri sión en aquellos dias, hacia en seguida mil esfuerzos por hablar con el S. Espinel Encargado de negocios del Ecuador, mandándole repetidos recados, aunque no pudo conseguirlo; i en el último acto, antes de sentarse a mo rir, hizo vanas dilijencias por hablar al público, vanas porque el clérigo [Ier ran no se lo permitió ¿Qué seria lo que Morillo queria hablar con el se ñor Espinel? qué seria lo que quiso i no se le permitió decir antes de sen tarse en el banquillo? ¡Oh jénte corrompida!