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[ 41 ] tentón Con que por lo pronto produjera algún efecto, aunque después se haya averiguado que mintieron. Tomó armas con ¡todos los perseguidos, creció su poder, i pu so en un zapato a sus inmorales perseguidores: ya estaban a dos de dos de rendirse a discreción i de buscar su seguridad en la jenero- sidad de sus víctimas, cuando vino Flores a pisar nuestro territorio, con desprecio de las leyes fundamentales de ambos países i de lamo- ral de las naciones, con el objeto aparente de ganar una provincia que Herran i Mosquera le ofrecían, i con el real i efectivo de ayudar a matar a Obando ántes que pudiese hablar. Como Alvarez habia sido de los que habian seguido a Oban do, Mosquera en su irritación, mandó que le trajesen a su presencia n la señora esposa de aquel, para saciar su saña ultrajando a esa jó-- ven mil vezes ^desgraciada. “Presentósele acompañada de su madre i de su hermanita, i brotando un torrente de sucios e indecorosos in sultos contra ella, le preguntó por su marido: ella tuvo el atrevimiento de llorar i disculparse, i entonces él con singular bravura llevó la mano a la espada para sacarla contra ella; a cuyo movimiento la her manita voló h impedírselo, como lo logró, asiéndose fuertemente del puño de la espada con ámbas manos: Mosquera entonces conmutó la pena de cuchilladas en bofetadas i las descargó sobre la que tenia mas cerca, hasta que quedó satisfecho. Herran, cuando ya oyó que la obra estaba concluida, salió a hacer el papel de que no aproba ba, diciendo: “No, I). Tomas, esto no es corriente.” Las señoras mis mas, esto es las ultrajadas, me refirieron este hecho, que es notorio en Pasto. Algo puede contribuir a dar idea del comportamiento de esos hombres en todo lo que tenia alguna relación con la persecución de Obando, i por eso lo escribo: si tuviera otro objeto, lo referiría en otro estilo. § 32—Huilquipamba. La república lo ignoraba todo, i el atentado de Flores con tro pas estrangeras pisando nuestro territorio a cambio de una provincia, se negaba en las demas con juramento: el terror imponía silencio por todas partes: los hechos solos nos revelaban que estaban condenadas a muerte las garantías constitucionales: en Pasto se asesinaba en eje cuciones públicas a jentes que tal vez no tenían mas culpa que la de no haber pensado en levantarse contra tanta iniquidad: en Popayan se asesinaba en los patíbulos casi diariamente, i alguna vez en los cam pos por hacer algo. Puede inferirse en qué estado estábamos bajo el miedo arma do de esa inicua comparsa, por el hecho siguiente. Un hombre en el Cauca dijo a otro en una esquina, que “habia salido de su casa por oir el