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Liszt si se sentia satisfecho de la introducciön orquestal que habia escrito para ella, y asi, decidiö darle vida autönoma. Enfrascado como estaba en la composiciön de poemas sinfönicos de elevado planteamiento literario o pseudo- filosöfico, Liszt, ni corto ni perezoso, buscö algün argumento literario que pudiera casar bien con la müsica ya escrita y, finalmente, decidiö que aquella partitura bien pudiera entenderse como reflejo sonoro de un poema de Alphonse de Lamartine titulado Los Preludios, que constituye una especie de reflexiön sobre la condiciön humana y que estaba contenido en su antologia Nuevas meditaciones poeticas. Como se ve, el artificio es manifiesto y por lo tanto, ni Los Preludios de Liszt son una sucesiön de "preludios" engarzados -puesto que se trata de una pieza en un solo trazo-, ni tiene sentido ninguno dirigirse a los versos de Lamartine para tratar de saber que quiere “significar” la müsica lisztiana, puesto que ella es anterior al conocimiento por parte del compositor de tales versos. Hay que acercarse a esta müsica como lo que es: simplemente müsica, de curso brillante y muy bien trabajada en lo temätico mediante sabias derivaciones de una celula inicial. El maestro hüngaro dirigiö el estreno de su tercer poema sinfönico en Weimar, el 28 de febrero de 1854. Medio siglo despues estaba Richard Strauss comenzando su deslumbrante carrera operistica habiendo dejado aträs una no menos deslumbrante etapa de compositor de grandes poemas sinfönicos que supusieron, en los finales de la centuria romäntica, la culminaciön de toda una linea de obras orquestales que arrancaba con las oberturas y la Pastoral de Beethoven y habia tenido un capitulo importante en Liszt. Don Quijote, op. 35. subtitulado Variaciones fantästicas sobre un tema caballeresco, data de 1897 y por si no nos pareciera buen momento el 1897 por el mero hecho de ser el ano de Don Quijote, recordemos que esta partitura aparece rodeada por otras dos obras maestras del genero: