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napoleönica no le impidiö a Beethoven seguir componiendo y durante ese periodo escribiö, entre otras obras, su sonata para piano Los Adioses, su cuarteto de cuerdas llamado Arpa y el quinto de sus conciertos para piano, el llamado Emperador. AI mismo tiempo, el compositor se las arreglö para seguir expresando abiertamente sus sentimientos politicos. Cuenta la leyenda que una de esas noches, en plena ocupaciön de Viena por los franceses, un amigo suyo encontrö a Beethoven en un cafe, blandiendo furioso un puno ante un oficial del ejercito frances, mientras le gritaba, airado: “jSi yo fuera un general y supiera tanto de estrategia como se de contrapunto, ya les daria algo en que pensarl”. Pero en vez de darles su merecido a los invasores, Beethoven dio su concierto Emperador al mundo; ya no volven'a a componer conciertos para piano, quizä porque su avanzada sordera ya no le iba a permitir tocarlos el mismo. Desde el inicio mismo de la obra, Beethoven nos ofrece elementos que bien pudieran justificar el sobrenombre de Emperador para este concierto. El primer movimiento inicia con tres poderosos acordes de la orquesta, cada uno de ellos seguido de un breve episodio para el piano solo, como una cadenza en miniatura. Despues de estos tres breves episodios, la orquesta anuncia el tema principal del movimiento, un tema de gran nobleza y amplitud. El segundo movimiento es como un apacible nocturno, hacia cuyo final la müsica cambia sutilmente de armom'a para permitirnos escuchar, sobre un murmullo sonoro, pequenas muestras del tema principal del tercer movimiento. Entonces, sin interrupciön, Beethoven se lanza a un rondö vivo y exuberante en el que tambien hay elementos de la forma sonata, häbilmente mezclados con la estructura del rondö. En este movimiento el compositor da una clara muestra de su dominio de la tecnica, pues ademäs de Io ya anotado nos ofrece, en la segunda parte, una especie de rondö dentro de un rondö, para terminar brillantemente la obra reafirmando el tema del estribillo del rondö. <j,Y que hay respecto al sobrenombre de Emperador?. La leyenda aceptada con mayor frecuencia dice que la primera vez que el concierto se tocö en Viena, el 12 de febrero de 1812, un oficial frances que se encontraba en la sala exclamö admirado: “jEste es el emperador de todos los conciertos!”. AI parecer, los emperadores tenian la mania de atravesarse en el camino de Beethoven: recordemos al respecto la fallida dedicatoria a Napoleon de su sinfonfa Heroica. El estreno del concierto Emperador de Beethoven tuvo lugar en Leipzig el 28 de noviembre de 1811, con Friedrich Schneider como solista y Johann Philipp Christian Schulz dirigiendo la orquesta. La