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plazar a la habitual exposiciön orquestal. Esta ultima hace su apariciön, con gran- deza y energico bn'o, tan solo despues de los tres inmensos gestos del piano. Desde entonces presentarä dos temas contras- tantes siguiendo la forma sonata pero, sin embargo, el impacto absoluto ya se ha logrado: Beethoven ha captado toda nues- tra atencidn recreando la tradicion formal para estas obras concertantes. No era el primero en modificar el modelo cläsico en lo referente a la entrada del solista y el con- tenido de la misma. Haydn, Mozart y otros ya lo habi'an hecho antes que el, pero la potencia del gesto y el despliegue de una cadencia que, por regia general, se espe- raba casi o poco despues del punto äureo del primer movimiento, resultaron de un impacto que prosigue haciendose eco dos siglos despues de su estreno. Esta obra esplendorosa y brillante surgib sin embargo en una Viena sombria, amena- zada, con aroma a humo y muerte. "[Nada mäs que tambores, canones, miseria humana de todo tipol", escribia Beethoven espantado a Gottfried Christoph Härtel, su editor en Leipzig, el 26 de julio de 1809. Una vez mäs, la cuarta en esa decada, las tropas napoleö- nicas rodeaban y bombardeaban la ciudad Habsburgo mientras saqueaban los subur- bios. Desde mediados de mayo, cuando la artillen'a francesa iniciö sus asaltos al cen- tro de la ciudad, Beethoven habia debido refugiarse en diversas noches terribles en el sötano de la vivienda de Caspar, su her- mano. Sin embargo, este campeön de lo que hoy en dia la psicologia denomina resi- liencia supo, una vez mäs, cincelar a partir de las circunstancias mäs angustiantes que le tocaron vivir, un mensaje de esperanza en la humanidad luminoso, valeroso y ener gico, el cual dio por terminado en diciembre de aquel oscuro aho. Las sombras e incertidumbres se dan tam- bien cita en la obra, ya desde el segundo tema del primer movimiento, Allegro. Si el primer tema del mismo es una vibrante marcha, elemento siempre presente en toda la etapa "heroica" beethoveniana y en la mayor parte de la müsica europea desde la Revoluciön Francesa, el segundo hace su apariciön con sigilo y vacilaciön para, desde la entrada de los cornos, introducir una especie de faro luminoso. Desde su retorno el piano realiza variaciones de cada uno de los dos temas, mostrando nuevas facetas de aquellos. Suspensivo es el desarrollo hasta el retorno de las cadencias iniciales de la obra, a partir de las cuales sigue una reexposiciön no eximia de nuevas sorpre- sas que mantienen en vilo la atencidn hasta el final, especialmente durante la cadencia, escrita en todos sus detalles por el propio genio nacido en Bonn 39 arios antes. Evocando las calmas melodias de los corales se inicia el Adagio un poco moto. segundo movimiento de este concierto que Beethoven dedicö a su discipulo, el Archiduque Rodolfo de Austria quien, desde poco tiempo antes, habia acordado junto al Principe Lobkowitz y al Principe Kinsky, patrocinar en adelante al gran müsico. El piano hace su entrada con un sentido segundo tema. Sin soluciön de continuidad, el final de este movimiento desemboca en el magnifico Rondo final: una amplia celebraciön musical en la cual el episodio inicial se intercala entre tres secciones diversas. Debido al avanzado estado de su sordera Beethoven no pudo ya estrenar este con cierto interpretando la parte solista, como lo habia hecho en las cuatro obras anterio res que escribiö para el piano y la orquesta. Quizä por eso tambien haya sido su testa- mento en lo que hace al genero. Fue por ello que en el estreno en Leipzig Friedrich Schneider tuvo a su cargo la parte del piano mientras que en la primera audiciön vienesa, el 12 de febrero de 1812, fue Carl Czerny, discipulo de Beethoven, quien tuvo a su cargo el rol de solista. Segün la anec- dota fue esa noche del estreno en Viena cuando un oficial frances que se encon- traba entre el püblico exclamö al finalizar la obra: “C'est l'Empereur 1 '. Sin embargo, a la grandeza de Napoleon trascendiö esta, la del “Emperador" entre los conciertos, la de la luz, la energia y la vida que vencen a muerte y sombras, devenida müsica.