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Para Leopold Mozart tue conmovedor ser testigo del triunfo de su hijo, si bien este exito no seria mäs que momentäneo. Doce anos habian transcurrido desde su ultimo viaje a Viena y, tras tantos afanes, se encontraba ahora con un Wolfgang adulto que recibia los aplausos y la admiracion de la nobleza y la alta burguesia de la Capital Habsburgo. Seria esta su ultima estancia en la ciudad y la ultima visita que realizara a su amado Wolfgang:“(...) una vasta concurrencia de per- sonas de rango. El concierto fue imcompara- ble, la orquesta excelente". ANTON BRUCKNER (1824-1896): Sinfonia n°3, en Re menor, WAB 103 El primer tema, a cargo de la trompeta, establece, con una sonoridad que evoca antiguos llamados y ceremoniales, a la nota Re como tönica principal de la obra. Ese inicio seria el que distinguiria a la obra en las misivas que mediarian entre su creador, Anton Bruckner, y el destina- tario de la dedicatoria de la misma: nada menos que Richard Wagner. El compositor austriaco transitaba por entonces una epoca de febril admiracion hacia el creador alemän y por ello, en agosto de 1873, aprovechö sus vacaciones de verano en Marienbad para visitar a Wagner en su residencia de Bayreuth. Luego de via- jar los 100 km que separaban el centro de aguas termales checo del nuevo epicentro del drama musical wagneriano Bruckner, quien habia conocido al creador de Tristan e Isolda en 1865 en Munich, con motivo del estreno de ese titulo, llevö a Wagner los manuscritos de su ya culminada Segunda Sinfonia y de la nueva obra orquestal que estaba terminando: la Tercera. Su obje- tivo era que aquel eligiera una, la que le pareciera mejor entre las dos, para que le fuera dedicada y Richard eligio esta ultima. Tras regresar a Viena, donde residia desde 1868, Bruckner se dedicö a completar la obra, dändola por culminada el 31 de diciembre de 1873, consignando en la por- tada: "Dedicada al Senor Richard Wagner, el mundialmente famoso e inalcanzable noble maestro de la poesia y la müsica". En la Viena de su tiempo, esa dedicatoria junto a las citas de obras wagnerianas que incluyd en la Version original, no colabo- raron positivamente en la recepcion que interpretes, criticos, el püblico y algunos colegas tuvieron de esta nueva creacion sinfdnica. A las notables dificultades tecni- cas individuales y de ensamble que plan- teaba se sumaron las criticas de fervientes anti wagnerianos que, anos antes, habian estimulado desde sus escritos las compo- siciones de Bruckner. Entre ellos, el mäs duro de todos seria Eduard Hanslick, una de las plumas mäs influyentes del momento en el ambiente musical vienes. Mientras la Filarmönica de Viena se enfrentaba a los desafios que planteaba una segunda versiön de la partitura, luego de haberse negado sus müsicos a interpretar la Ver sion original en tres oportunidades desde 1874, un suceso inesperado empanö mäs aün los senderos de la obra: la muerte de Johann von Herbeck, el director que tenia a cargo su estreno. Fue asi como el 16 de diciembre de 1877 el mismo Bruckner, gran organista y experimentado director coral pero con una pobre y minima experiencia en el ämbito de la conducciön orquestal, dirigiö un estreno que resultö uno de los