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Las mismas dan cuenta de la premura con la cual componia y desarrollaba sus activi- dades el joven de 29 anos en lo que era la cüspide de su carrera. Wolfgang habia ter- minado la creacidn de este, su 20° concierto para piano y orquesta, el 10 de febrero por la noche y, al atardecer del dia siguiente, lo estrenaba en calidad de solista. Fue este uno de los pocos conciertos importantes y para su propio beneficio que tuvo la oportunidad de ofrecer, siendo adulto, en la Capital impe rial. El lugar de la cita fue el salön de baile del primer piso del Casino del Mehlgrube. Disenado por el gran arquitecto Johann Bernhard Fischer von Erlach en 1697, este edificio que reemplazaba al anterior mer- cado de la harina (Mehl) era utilizado fre- cuentemente desde 1781 como sala de conciertos. El piano era el instrumenta que se imponia en el gusto vienes de entonces mientras el genero del concierto, en el cual un solista dialogaba con el grupo orquestal, ganaba adeptos y alcanzaba a un püblico cada vez mäs amplio al pasar de los salones privados a escenarios de teatros, casinos y hoteles integrando programas a los cuales se podi'a acceder a cambio de la compra de entradas por suscripciön. La insistencia sobre el Re menor, tonali- dad principal de la obra, estä presente en el suspensivo inicio del primer movimiento, Allegro. Ese sombrio primer tema de la exposiciön orquestal, anhelante por su cons- trucciön anacrüsica culmina con marcia- les ritmos puntillados en los cuales brillan trompetas y cornos, dando paso a un breve y delicado segundo tema para culminar con dramäticos gestos que pasan de ansiosos e insistentes motivos de notas repetidas a tra- zos que se desvanecen entre los silencios. Y entonces, sin mayor preämbulo, hace su entrada el piano con una envolvente e intros- pectiva melodia encabezada por la nota Re y su replica a la octava. Sobre la reiteraciön del primer tema comienza entonces el desplie- gue del solista y, desde entonces, un estre- cho diälogo de este con el grupo orquestal. Seria esta una de las obras concertantes favoritas de Beethoven quien, en su juven- Bernardo Belloto "Canaletto”, El nuevo mercado en 1760. k la de- recha el Casino del Mehlgrube donde Mozart estrenö su Concierto para piano KV. 466. tud, la interpretö püblicamente en mäs de una ocasibn, anadiendo sus propias caden- cias en este primer movimiento como asi tambien en el ultimo. Mozart titulö Romanze al segundo movi miento, sin especificar una marcaciön de tempo para el mismo. Una sencilla y memo- rable melodia a cargo del piano y replicada por la orquesta da inicio a esta parte cen tral de la obra que transcurre a traves de un formato de rondö, es decir, con esta idea inicial reiterändose entre dos episodios que se intercalan. De la tonalidad de Si bemol mayor en que plasmö la idea principal Mozart se aparta hacia regiones lejanas armönica y texturalmente en el segundo de los episodios, el cual adquiere un dinämico dramatismo que alcanza, con hondura, la tonalidad de Sol menor, entre exigentes pasajes de escalas y arpegios, para repo- sar, finalmente, en la mesura luminosa del tema inicial. Allegro assai, alla breve, el movimiento final es asimismo un rondö pero integrado a la forma sonata, que retorna al Re menor, tonalidad principal de la primera parte del concierto. Poderoso en su enunciaciön, con rasgos que lo acercan a la futura escritura de Don Giovanni, demuestra que el sorpren- dente virtuosismo del Wolfgang pianista se daba la mano con las ideas profundas dis- cursivas del Wolfgang compositor. En este sentido tos caminos armönicos resultan sor- prendentes e inesperados mientras el equi- librio entre el solista y la orquesta continüan sentando la base de la obra.