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terminar un Concierto en mi bemot mayor del que solo se conserva la parte solista, y el que ahora aparece como n B 2-en Si bemot mayor- data en realidad de 1793 aunque tue revisado en 1794-95. Ade- mäs, Beethoven escribiö un Rondo para piano y orquesta tambien en 1793 que iba destinada a ese Concierto en si bemot mayor y que, no contento con el, su exi- gente autor Io sustituyö por el Rondo que hoy conocemos. Sirva todo esto para indi- car que, pese a su nümero, el Concierto en do mayor no es obra exactamente pri- meriza. Es cierto que la sombra de Mo zart, muerto hacia tan solo tres anos, se proyecta sobre esta partitura pero no Io es menos que la personalidad de Beethoven se advierte ya de manera nitida, en espe- cial en el ultimo movimiento. La obra se estrenö el 18 de diciembre de 1795, en Viena, teniendo a Beethoven como solista, en un concierto organizado por Haydn y en el que tambien se interpre- taron tres sinfonias del ya viejo y admira- do maestro. La partitura estä dedicada a la condesa Barbara von Keglevics. Duran- te los primeros anos de estancia en Viena -a partir de 1792- Beethoven actuö en di- versas ocasiones como pianista virtuoso, casi siempre en conciertos privados en las residencias de la nobleza, dändose a co- nocer tambien como compositor. El Con cierto en do mayor estä, al igual que los Ul timos de Mozart, escrito pensando en las propias posibilidades del autor-interprete. El mismo Beethoven Io tocö en los anos siguientes en varios importantes centros musicales de la epoca: Praga, Dresde y Berlin. El primer movimiento, Allegro con brio, posee un aire marcial con importante par- ticipaciön de timbales y trompetas, luego de unos primeros compases de diecio- chesca elegancia. Dos temas perfecta- mente contrastados, uno mäs heroico y extravertido y otro mäs intimista y lirico se alternan dentro de una linea que, conti- nuando las directrices del clasicismo vie- nes en su etapa mäs desarrollada, ofrece ya detalles propios del nuevo siglo que se avecina. El Largo que sigue tiene un ca- räcter suavemente melancölico y meditati- vo en la linea de los tiempos lentos de los grandes conciertos mozartianos de la ulti ma epoca. Podria decirse incluso que, en ciertos aspectos, preludia el maravilloso Andante con moto del Concierto n. 3 4 del propio Beethoven aunque ahi el protago- nismo del piano sobre la orquesta es ma yor. El Finale posee una extraordinaria li- bertad rftmica, con un despliegue virtuosista y juguetön que otorga a este rondö un frescor, alegria y originalidad verdaderamente notables. El «engano» del pasajero Adagio previo a la brillante y contundente conclusiön es de gran efecti- vidad y nos muestra a un Beethoven con un excelente sentido del humor. □ PROKOFIEV ROMEOY JULIETA La tragedia de William Shakespeare Romeo y Julieta (1597) ha dado origen a multitud de partituras de todas clases, epocas y estilos. Operas, canciones, mü- sicas para la escena, ballets, oberturas y poemas sinfönicos, han tenido su inspira- ciön en la desventurada historia de los amantes de Verona. Sin embargo, esta historia no es original del poeta ingles sino que tuvo su origen en Italia (en una narra- ciön de Masuccio Salernitana contenida en II novellino publicada en 1473). Pero luego de variadas reelaboraciones (Luigi da Porto, 1524, Mateo Bandello, 1554, in cluso nuestro Lope de Vega con su Cas- telvines y Montesesa, 1606, derivado de eilos) tue el genio de Shakespeare el que fijö definitivamente la inmortal historia de amor. La lista de los compositores que han puesto müsica a Romeo y Julieta total o parcialmente, en versiones directamente shakespearianas o en adaptaciones mäs