VI ciones hechas por varios sabios viajeros: la magnifica carta de las pro fundidades i sondas de las costas del Ecuador, por MM. Fitzroy i H. Kel- let tan útil para la navegación. Los académicos franceses i algunos otros hombres prácticos é intelijentes me han servido también, del mismo modo que tal cual dato que me han suministrado los indios sobre los lugares que no he podido recorrer. Si á todo esto se añade mis propias observaciones so verá, que si hay defectos i omisiones en mi carta, no ha sido sin duda por falta de cuidado i de una asidua consagración. Una carta en mayor escala, i para que contenga los mas ínfimos lugares, debia ser de grandes dimensiones; lo cual me obliga á publi carla separadamente, pues de otro modo se destruiría pronto, debiendo de ser en papel de seda i con mil i mil dobleces si se quiere incluirla en el mismo libro. En ella he procurado fijar lo mas exactamente posible los límites de nuestro territorio, aunque esto punto no deja de ser oscuro i contener algunas dudas por cuanto ellos no están determinados de un modo preciso por tratados con las naciones limítrofes; siendo esta la causa de que las veamos avanzar diariamente sobre nuestro suelo despreciando ajenos derechos con esta empresa de codicia. No debiera el gobierno del Ecuador descuidar por mas tiempo cuestión de tan alta importancia, tolerando las ambiciones de los paises vecinos que, á manera de - alu viones van estendiéndose mas allá de los justos límites. Al cabo de algún tiempo la usurpación habrá crecido por nuestra tolerancia, i nuestras vírgenes montañas se verán holladas por plantas estranjeras. Si es peli groso dejar un pais sin determinar sus fronteras con los colindantes, mucho mas lo es, cuando posee inmensos territorios sin comunicación fácil ó los tiene abandonados, inhabitados é incultos. Bien sabido es hasta donde estiende el Ecuador sus dominios sobre las costas orientales, i lo es también que él tiene derecho al gobierno del Putumayo; mas esto no ha impedido á las repúblicas del Perú i Nueva Granada alegar derechos que nunca tuvieron, i aun llamarse á posesión de lugares absolutamente ecuatorianos. La provincia de Mainas nos pertenece también, por que fué de Quito que se envió misiones para que sembrasen en ella los jérmenes de la civilización i el cristianismo; la Compañía de Jesús se derramó por esos bosques llevando consigo jente, luces i dinero, todo del Ecuador, i de este modo él perfeccionó los de rechos que naturalmente tenia en esa provincia. En la demarcación de los límites he creido justo apartarme, no solo de *