Una de las bellezas que sorprenden y ad miran á todo el que se dirige á visitar el Alcázar es la plaza llamada del Triunfo, que antecede á la entrada del primer patio, y que nos recuerda otra grandiosa plaza de la capital de Galicia, que, como esta, solo se halla formada por cuatro edificios. Alzase al Norte la nunca bien ponderada, la nunca bastante admirada Catedral, la Iglesia de las iglesias, la honra de la católica España, santo é inefable relox cuyo minutero no ha discrepado un punto desde que la inmuta ble dignidad del culto católico le dió cuer da. Vése al Poniente la Lonja, hermosa y perfecta construcción de Herrera, que en estantes de caoba conserva eon el merecido decoro los preciosos documentos del archi vo de Indias. Al Sur se alzan las almenadas murallas del Alcázar, flanqueadas de torres macizas que le sirven de poderosos sostenes contra el común enemigo, el tiempo, pero que fueron impotentes contra el ejército que tuvo por caudillo al Santo Rey Fernando III. Completa esta plaza al Levante una espacio sa y bella casa particular, que no la aféa. La puerta del Alcázar, situada en el án gulo formado por los muros exteriores de éste y la mencionada casa, da entrada al pátio de las Banderas. Cuanto sobre el orí-