—17 — en el piso inferior, en lo que fueron habi taciones de Doña Maria Padilla, y por ella diz qne bajaba el Rey á distraerse de las ingratitudes y falacias de que fué siempre víctima, al lado de una mujer amante y fiel. Un terrado se extiende antelas habitacio nes altas, y otro ante las bajas, y conducen desde ellas á los jardines. Llámanse jardi nes, por estar divididos, no sabemos con qué objeto. La última división que al fren te parte el jardín en dos, es debida al Asis tente D. Francisco de Bruna, que malgastó en ello bastante dinero. Por la izquierda termina el jardín en una prolongada galería techada, por la cual pue de pasearse en los dias lluviosos, y que se para á aquel de la extensa huerta pertene ciente al Alcázar. Cubre la galería una azo- t'éa, que es otro nuevo paseo, en extremo agradable por las buenas vistas que ofrece; pero ninguna masgrala que el contraste que forman de una parte aquellos regios jardi nes con su magestad, su orden y su silencio, y de otra la casita del hortelano en su pinto resco desorden, con su parra por toldo, sus gallinas y pollos por cortesanos, sus legum bres por riqueza, sus flores por lujo, y su alberca habitadas por ranas, á dos pasos de los históricamente famosos y regios baños