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Nl'M. I. VÉASE El. TOMO 1, PAA. 8. Descripción de los viajes de los lucas: cstraclada de la relación de Sarmiento, M. S. j i-, ,t;;j ■••••. ZOli; 'íl.; C;( >•<>£ (El manuscrito que ha sido copiado de la colección de Lord Kingsborough, se halla en la biblioteca del Escorial). Quando en tiempo de paz salían los Ingas a vi sitar su reino, cuentan que iban por él con grand majestad, sentados en ricas andas armadas sobre unos palos lisos largos, de madera cscelente, en gastados en oro y arjenteria; y de las andas salian dos arcos altos hechos de oro, engastados en pie dras preciosas. Caían unas mantas algo largas por todas las andas, de tal manera que las cubrían todas; y sino era queriendo el que iba dentro, no podía ser visto, ni alzaban las maulas sino era cuando entraba y salía, tanta era su estimación; y para que le entrase aire y él pudiese ver el cami no, havia en las mantas hechos algunos agujeros hechos por todas parles. En estas andas había ri queza, y en algunas estaba esculpido el sol y la luna, y en otras unas culebras grandes ondadas y unos como bastones que las atravesaban. Esto trahian por encima por armas, y eslas andas las llevaban en ombros de los señores, los mayores y mas principales del reino, y aquel que mas con ellas andaba, aquel se tenia por masonrado y por mas faborecido. En rededor de las andas, a la ila, iba la guardia del reí con los arqueros y alabar deros, y delante iban cinco mil honderos, y detrás venían otros tantos lanceros con sus capitanes, y por los lados del camino y por el mesmo camino iban corredores fides, descubriendo lo que había, y avisando la ida del Señor, y acudía tanta jente por lo ver, que parecía que todos los cerros y la deras estaba lleno de ella, y todos te davan las vendiciones, alzando alaridos, y grita grande a su usanza, llamándole, Ancha alunapo indich'iri campa capaila apatuco pacha camba baila Yulley! que en nuestra lengua dirá; «Mui grande y poderoso Se ñor, hijo del Sol, tu solo eres Señor! todo, el mun do te oya en verdad!» Y sin esto 1 le decían otras cosas mas altas, tanto que poco fallaba para le adorar por Dios. Todo el camino iban indios Him plándolo, de tal manera que ni yerba ni piedra no parecía, sino todo limpio y barrido. Andaba cada dia cuatro leguas, o lo que él quería. Paraba lo que era servido, para entender el estado de su reino; oia alegremente a los que con quejas le ve nían, remediando y castigando a quien hacia in justicias. Los que con ellos iban no se desmanda ban a nada ni salian un paso del camino. Los na turales proveían a lo necesario, sin lo cual lo ha via tan cumplido en los depósitos que sobraba; y ninguna cosa faltaba. Por donde iba salian mu chos hombres y mujeres y muchachos a servir personalmente en lo que les era mandado, y para llebar las cargas: los de un pueblo las llenaban hasta otro, de donde los unos las tomaban y los otros las dejaban; y como era un dia y cuando mu cho dos, no lo sentían, ni de ello recivian agravio ninguno. Pues yendo el Señor de esta manera, ca minaba por su tierra el tiempo que le placia, vien do por sus ojos lo que pasaba, y proveyendo lo que entendía que convenia, que todo era cosas grandes e importantes; lo cual hecho, daba la huel la al Cuzco, principal ciudad de todo su imperio. NLM. II.-VÉASE EL TOMO I, PAJ. 17. Noticia del gran camino construido por los Incas en la llanura de Quito al Cuíco: cstraclada de la relación de Sarmiento, M. S. Una de las cosas de que yo mas me admiré, con - templando y notando las cosas de estos reinos, fue pensar cómo y de qué manera se pudieron hacer caminos tan grandes y sovervios como por él ve mos y que fuerzas de hombres bastaran a lo hacer, y con que herramientas y instrumentos pudieron allanar los moutes y quebrantar las peñas para hacerlos tan anchos y buenos como están; porque me parece que si el Emperador quisiese mandar hacer otro camino real como el que bá del Quilo al Cuzco, o sale del Cuzco para ir a Chile, cierta mente creo, con todo su poder, para ello no fuese poderoso, ni fuerzas de hombres lo pudiesen hacer, sino fuese con la orden tan grande que para ello los Ingas mandaron que hubiese: porque si fuera camino de chiqueóla leguas, o de ciento o de dos cientas, es de creer que aunque la tierra fuera mas áspera, no se tubiera en mucho con. buena dilijencia hacerlo; mas estos eran tan largos que havia alguno que tenia mas de mil y cien leguas, todo hecho por sierras tan grandes y espantosas que por algunas parles mirando abajo se quita ba la vista, y algunas de gstas sierras derechas y