vinera con paz y tranquilidad; pero ni con moral pública y privada. Salubridad.—Entre varias medidas que he acordado re lativas á estos ramos de poticia, ha sido una de ellas prohibir por mi decreto de 12 de junio de 1832, que los ganados para el abasto de esta ciudad y do los pueblos, fuesen matados dentro de los poblados, á fin de evitar los focos de infección causados por la corrupción de materias animales. En consecuencia, la matanza se verifica hoi en carnicerías destinadas á este objeto. Asi mismo se ha prohibido la venta de (alimentos nocivos y perjudiciales en las plazas y mercados, y mui particularmente la de los trigos que por la calamidad de los tiempos se han podrido ó apolvillado. Por último, previne que se destruyesen ios muladares de esta ciudad, tan antiguos como ella misma, y aunque no se han llenado del todo mis deseos, algo he cense* guido á fuerza de constancia. A consecuencia de un decreto de la Cámara provincial de 3 de octubre de 1833 nombré un comisionado vacunador que condujese y propagase la vacuna, como asi lo verificó, á los cantones de Guaduas, Chocontá, Cipaquirá y Ubaté, de cuyos puntos fué trasladada á las provincias de Mariquita, Tunja y Velez. La conservación de dicho fluido en esta ciudad corre 4 cargo del Concejo Municipal, con cuyas rentas se paga un médico encargado de la inoculación. US. debe hacer que dicho comisionado trasplante la vacuna 4 los otros cantones que no la han recibido. La invasión de la cólera morbus á Méjico y á los Estados Unidos del Norte me hizo temer que este azote del Cielo visitara también nuestra patria. Con este motivo tomé varias medidas para evitar sus estragos si se realizaban mis temores; y la Cámara provincial espidió á mi solicitud y con igual objeto, su decreto de 9 de octubre de 1832. US. pues, lo tendrá pre- sente, si por desgracia llegase el caso de que dicha enfermedad aparezca en la Nueva Granada. Abundancia.—Las cosechas de la provincia han sido tan abundantes en el año próximo pasado, que los víveres han tenido una baratura pocas veces esperimentada; pero en los años an- tenores no sucedió así, y con tal motivo fué preciso poner coto 4 inhumanos y avaros traficantes, que, aprovechándose de la penuria pública, monopolizaban varios artículos de jeneral con. sumo*para venderlos d precios exhorbitantea. Ojalá que nunca llegue el caso do repetir tales providencias demandadas por la razón y la justicia. Arfo y órnala.—En ejecución de mi decreto de 30 de enero de 1832 se renovó la numeración de las manzanas y puertas da los edificios de la capital, poniéndose en estas últimas las ta* biiilas que faltaban: se blanquearon las paredes esteriores, y se muraron varios solares descubiertos que había en algunas callea.. Dicho decreto fué también ejecutado en los principales lugares de la provincia en cuanto lo permitieron sus respectivas cir.