n mocráticas,' y de proclamar como un dog ma la igualdad, esa quimera en lo físico y moral, que tantos males ha originado des pués. Dando á los pueblos una idea exa gerada de sus derechos , sin considerar bien su estado intelectual y político, sucedió la anarquía á la inercia de la esclavitud, y no se les leyó el diploma de la independencia sino á la luz de las teas de la licencia y la discordia. Así se vió en unos paises el abuso mas monstruoso de la libertad , el tumultuo so trastorno de los gobiernos con la volu bilidad mas increíble, porque faltaba aquel habito inveterado de la obediencia y del res peto , que sostiene en la desgracia á las an tiguas autoridades, y porque se habían de sencadenado la envidia y la ambición.—Di vidido el continente entre aspirantes , que no deseaban sino innovaciones y democracia para figurar, y egoístas, que se mantenían en observación calculando de que parte esta ba la probabilidad del triunfo para juzgar los resultados de un compromiso; entre ene-