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- 59 - les para el mas feroz fanatismo. Las ideas de onor i nobleza se abian unido intimamente a las de fe i reli- jion. Desdoro e infamia eran inseparables decualqie- ra creencia qe no fuese la de los españoles. Los moros por su enemistad nacional, i los judíos por la envi dia qe causaban sus riqezas, i el odio qe sus usuras producían, eran mirados como enemigos declarados del cielo i baldón de la umanidad. Bien pronto se valieron los primeros inqisidores de esta ocacion para confundir con moros i judíos a lodos cuantos se atrevían a dudar cualqier punto de sus doctrinas i sistemas; i la Erética pravedad, se vio con igual po der de contaminar la sangre, qe el descender de cualqiera de las dos razas malditas. Infeliz, desde entonces el español qe qisiere usar de su propia ra zón: aun mas infeliz el qe se atreviese a manifestar la ignorancia i estolidez de los qe lomaban por su cuenta el pensar por lodos los demas!» (y) Según esto es fácil concebir qe el español no servia entónces mas qe a su monarca i a Dios, a la manera qe la inqisicion los servia: la causa de la civilización era para él la causa de los réprobos; su conciencia i su corazón estaban educados tan solo para despreciar i combatir a los infieles, para perseguir a los erejes, qe eran todos aqellos qe proclamaban alguna verdad no sancionada por el santo oficio, i para llevar el