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- 29 - lonos, eran solo verdaderas suspensiones de armas, qe ostensiblemente no tenían otro objeto qe el de recobrarse ámbos belijerantes de sus pérdidas, para volver a atacarse con redoblado encono. De esta ma nera la guerra era perpetua i siempre demasiado cos tosa, por cuanto no se respetaba principio alguno ni se adoptaban medios qe templaran sus rigores. La España mantenía un ejercito avanzado a la frontera i aprovechaba las oportunidades de atacar, i los arau canos permanecían sobre las armas i practicaban frecuentes incursiones al pais de las colonias, arra sándolo sin piedad i cometiendo todo jénero de de predaciones. Los esfuerzos qe alguna vez se icie- ron para regularizar la guerra fueron vanos, i ántes bien continuaron en progreso la traición i el van dalaje i subió de grado el odio de ámbas naciones. Por estelijero bosqejo en qe e tratado de caracte rizar la conquista vereis, señores, qe las colonias es pañolasen Chile se establecieron i se desarrollaron en medio de la alarma i de los contratiempos qe ocasionaba una guerra tan obstinada, cruel i difi cultosa. La guerra meció la cuna de las primeras jeneraciones de nuestra sociedad i protejió su preca ria existencia; la guerra fue el único desvelo de este pueblo desde sus primeros momentos de vida, o diré mejor, fue la espresion única i verdadera de sumo- do de ser. El perpetuo peligro de qese aliaba ame nazado fue endureciendo paulatinamente su carao-