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bajo el acha exterminadora qe ajita sin cesar contra lo qe le rodea. Empero, cuan de otra manera se nos revela la istoria si la consideramos como ciencia de losechos; entonces la filosofía nos muestra en me dio de esa série interminable de vicisitudes, en qe la umanidad marcha ollando a la umanidad i despe ñándose en los abismos qe ella misma zanja con sus manos, una sabiduría profunda qe la esperien- cia de los siglos a ilustrado; uqa sabiduría cuyos consejos son infalibles, porqe están apoyados en los sacrosantos preceptos de la lei a qe el omnipo tente ajustó la organización de ese universo moral. Los pueblos deben penetrar en ese santuario au gusto con la antorcha de la filosofía para aprender en él la esperiencia qe ha de guiarlos; ¡Uyan ellos i los ombres qe dirijen sus destinos de esa confianza ciega en el fatalismo, qe los apartaría de la razón, anulando en su oríjen las facultades de qe su natu raleza misma los a dotado para labrarse su dicha! El jénero umano tiene en su propia esencia la capacidad de su perfección, posee los elementos de su ventura i no es dado a otro qe a él la facultad de dirijirse i de promover su desarrollo, porqe las leyes de su organización forman una clave qe él solo pue de pulsar para acería producir sonidos armoniosos. A fin de conocer esas leyes i apreciarlas en sus naturales resultados debe abrir el gran libro de su vida en el cual están consignadas con caracteres 2