Volltext Seite (XML)
[ 3» ] halagar a la oposición para que le diese sus votos en las próximas elecciones. El Coronel Eusebio Borrero, dejando también el portafolio del despacho del interior, por el humilde título de Jefe militar de Popa yan, vino también a asegurar mas c! golpe sobre el perseguido. Se presentó Mosquera en Pasto con su fuerza, i como por en canto se le alejaron a Obando todos sus recien reconciliados, i aun el mismo llenan: hasta los que no pertenecían a aquel número dejaron ya de visitarle por temor, puefe la presencia de Mosquera i la del ma yor desorden i de golpes de arbitrariedad, fueron actos simultáneos. Desde su cárcel hasta la residencia del gobierno tenia Obando una camándula de carceleros apostados de trecho en trecho con fuerzas, en los precisos momentos en (pie habia triunfado su inocencia en el proceso, como queda visto i probado Durante el seguimiento de la causa, fué un din un jefe del ejército a la prisión de Obando, estando en ella su abogado el dr. Eiévano i el Comandante Diago, a poner en su conocimiento que E- razo, a beneficio de una descomunal embriague/., estaba en ese mo mento diciendo a gritos en la puerta del cuartel de su prisión “(pie ya “estaba cansado de callar; que se le habia engañado ofreciéndole su “libertad con tal que declarase contra Obando; que él les habia dado “gusto i que sinernbargo le mantenían preso: que Obando estaba pa deciendo injustamente por que sus declaraciones habían sido arranca das por el engaño i la violencia, i (pie lo decía del.inte de todos pa- “ra que lo supiesen.” Súpolo el consabido Mútis, voló a! cuartel, i a patadas hizo quitar a Erazo de aquel sitio i le metió en un calabozo. Obundo quiso sacar una información de aquello, comenzando por hacer declarar al jefe que le habia dado la noticia; pero el jefe le suplicó que no fuese a comprometerle, pues ya conocía el carác ter de los perseguidores i sabia lo mucho que podían dañarle depen diendo como dependía de ellos. Si un jefe coa todas sus charreteras se escusaba i tenia miedo ¿habrían podido declarar los soldados i las infelizes pulperas, i las ¡entes del pueblo que habían oido a Erazo? Obando tuvo, pues, (pié desistir de ese pensamiento, i la información no se practicó. Posteriormente Erazo, sintiéndose próximo a morir naturalmen te, como murió en su prisión de Cartajena, hizo esta misma declara ción delante de muchos testigos con relación circunstanciada do todo lo que se habia hecho con él para obligarle a dech rir Al Perú vino constancia de este hecho, i se lia confundido entre los papeles (*) Por informes últimamente recibidos, se sabe que Erazo murió con las apariencias de un envenenamiento, pocos dias después de esta manifes tación,