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L 3° ] fecha, con qué documento i para qué colocación le habia llamado al servicio (pajina 106 lineas 8 a 7), entonces ya resultó que no habia tal documento, ni testigo alguno (como debía haberlos), que no le ha bia dado colocación alguna, i que verbalmente era que le habia ha blado; lo que se halla desmentido por la dilijencia practicada de oficio (pajina 83 linea 34) en que el Mayor Gailan, evacuando una cita de la confesión de Obando (pajina 51 linea 51 i siguientes), declara ser cierto que Obando no llamó al servicio a Morillo, pues solo lo hizo con los oficiales Anaya, Irazábal i Piñango. Con todo esto; esta e- cepcion de Morillo, no probada por una parte i desmentida por otra, ha sido i es el Aquíles de los impostores, i no la han despegado de los labios de Morillo hasta que le quitaron la vida. § 24—Oposición de testigo a testigo. Puede ya el lector inferir cuán discordes estarán entre sí dos tes tigos qnc tanto lo han estado consigo mismos, como acaba de verse en el § anterior. Hasta dos pliegos de citas de esta oposición, de letra mui pequeña, habia escrito (i un volumen crecido hubiera podido también formar), cuando reparé que no acabaría jamas, i que ni aun las citas de esos dos pliegos debia insertar en este escrito para no cansar al lec tor, siendo suficientes para la nulidad de las declaraciones de estos dos únicos testigos de la ejecución de la teoría ministerial contra Obando, las contradicciones que apunto en el § que precedo a este. Así que, cuando el lector del cuaderno de Bogotá halle contradicciones no a- puntadas en este, no crea que se me han pasado u olvidado, sino que ias he perdonado por no aburrirle. Baste para esto acordarse de que cada uno en su tcoria res pectiva establece cosas tan contrarias a la del otro, como la de que Enno i no Morillo, Morillo i no Erazo fué quien buscó a los supues tos asesinos: la de que Erazo i no Morillo, Morillo i no Erazo fué quien colocó a los asesinos i ayudó a tirar; i la de que Erazo i Morillo iban del Salto pura la Venta, i E irzo iba con Sarria de la Venta para el Sal to cuando el supuesto encuentro con Sarria en las Guacas. Así debia suceder con dos ignorantes destinados a sostener una misma mentira, uno de los cuales, Morillo, era, por confesión de los enemigos de O- bando, un hombre ciego i estúpido [pajina 139 linea 19] i el otro un indio no ménos estúpido que Morillo. § 25—Primera coartada. Pero como sin estos tres hombres juntos no hay asesinato de Sucre en la teoría ministerial, pero ni aun en la teoría de Erazo, pa so a probar con número plural de testigos contestes la negativa ooar-