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era mui natural, que si el objeto de la venida de Guerrero era el que decía la carta, Guerrero debió continuar sus marchas hasta encontrar se con Obando, i no quedarse sosegado en Pasto para entregársela cuan do la cosa no tuviera remedio por estar ya hecha la misma ocupa ción de plaza que se trataba de impedir con la carta. Reflexionaban que el viaje de Flores de Quito a Guayaquil, en los dias de suceder el asesinato, era malicioso i tenia por objeto slejar de sí las sospechas, pues mientras mas grande fuese la distancia material que lo separase del cadáver, ménos podría sospecharse que él fuese el autor de la muerte. Decían que este mismo viaje era una prueba fuer te contra él, por que si no hubiese estado mui seguro de que ya no tenia que temer la presencia del Jeneral Sucre en Quito, en donde es te tenia una inmensa popu'aridad, no se habría ido con tanta confian za de esa capital, en los críticos momentos i circunstancias de estar lle gando a ella su desproporcionado i formidable rival. Traían a la memoria que a Guerrero se le habia visto en todo el tránsito, desde Otábalo hasta cerca de Pasto, con cinco o seis sol dados del escuadrón Cedeño en caballos herrados, con la notable cir cunstancia de ocultarse a dormir de dia i caminar de noche, i que habia entrado en Pasto sin ellos, i vuéltose también sin ellos de Pasto para Quito. Ilacian mérito de que estos soldados habían sido vistos por varios pasando de noche por Pasto, de que llevaban el disfraz de sombrero en lugar de morrión, de que habían pasado por el punto de Veracruz, de regreso para el Ecuador, dos horas antes de ser ocupado dicho punto por uno de los oficiales perseguidores de los asesinos, i últimamente de la espresiva coincidencia de los caballos herradas, con el hallazgo de caballos muertos, también herrados, dentro de la mon taña en donde sucedió el asesinato. Alegaban que Flores habia tratado de curarse en estado de sa lud manifestando a la señora suegra de Sucre los temores que le asis tían de que el Jeneral fuese asesinado al pasar por Pasto. Recorda ban también una carta misteriosa del Jeneral venezolano Luis Urda- neta a Flores, sorprendida por Obando en Pasto, i que después esplicó satisfactoriamente Urdaneta en una declaración mandada tomar en Po- payan; i para no cansar, presentaban un catálogo de reflexiones i pruebas acumulativas cuya enumeración sola pide un libro separado. § 4—Fundamentos de los juicios sobre Obando. Los que culpaban a Obando fijaban la atención: 1. ° en las pi sadas del Comandante Juan Gregorio Sarria por las cercanías del si tio en que habia sucedido el asesinato, pocas horas antes de suceder este: 2. ° en la obstinación del Comandante de no detenerse a per noctar con el Jeneral el dia antes del suceso, apesar de las repetidas ins-