Asi hablö Zaratustra (1896) y Una vida de Heroe (1898). La aproximaciön al universal personaje cervantino que llevö a cabo el joven maestro muniques ha pasado a la historia como la mejor entre todas las obras instrumentales que lo intentan, o la segunda -tras el Retablo de Falla- si consideramos tambien la müsica vocal. Es müsica de extraordinaria eficacia descriptiva o evocadora de personajes y situaciones, pero, por encima de ello, de alta inspiraciön. Los pasajes mäs liricos y estäticos, aquellos en los que se pretenden reflejar los fantasiosos idealismos del hidalgo, resultan especialmente bellos y conmovedores. La forma de la obra consiste en una Introducciön (donde se exponen los temas que caracterizan a Don Quijote y a Sancho), diez variaciones (en las que se van recreando distintos episodios de la novela cervantina) y un Final, mientras que el planteamiento orquestal es präcticamente concertante, habida cuenta del importante papel solista que tiene el violonchelo (tambien una viola, aunque en muy menor medida). El estreno tuvo lugar en Colonia, el 8 de marzo de 1898, y la incomprensiön se cebö con la müsica de Strauss, a quien los mäs retrögrados afeaban que hubiera dado cabida a alusiones sonoras al viento o a innobles balidos de ovejas. Fuera de sus lares le iba mejor a Richard Strauss pues, como es sabido, en todas partes cuecen habas: asi el exito le acompanö en Nueva York cuando presentö su Don Quijote alli, el 3 de marzo de 1904. Por cierto, el violonchelista era un jovenzueulo catalän que se llamaba Pablo Casals.