Volltext Seite (XML)
, f áevó con ios de Ebaté i Guatavita, i movió también guerra; pero Nemequene reunió 16,000 hombres de lo mas escojido de su ejército, i marchó contra el Zipaquirá, que estaba si tuado entre Chia i Cajicá, i lo venció completamente. Ne mequene volvió a Bogotá triunfante. 6. El Cacique de Guatavita, deseoso de vengarse del Zipa, ordenó que volviesen a su pais todos los vasallos que residían en Cundinamarca, o que se le enviasen dos indios muiscas en reemplazo de cada uno de sus súbditos. El Zi pa no solo verificó este cambio, sino que pidió la re misión de mayor número de indios de Guatavita, i mandó a los súb ditos mas valerosos i mus afectos a su persona, con instruc ciones especiales para que atacasen al Guatavita, cuando el Zipa ocupase la capital de aquel coligado, pues Nemeque ne con el Cacique de Guasca marchó sijilosamente i llegó de noche a la residencia del Guatavita, i avisados los muis cas de ello, atacaron a los indefensos moradores por ámbas partes, consumando una horrible carnicería, en la que pere ció el Cacique con toda su familia, i se agregó aquel territo rio a los Estados de Nemequene. El Zipa se dirijió a atacar al Cacique de Ubaque, cuyas hostilidades se continuaron por siete meses ; pero observando el Cacique la gran pérdida de jente que sufría, propuso someterse a Nemequene, dándole en prendas de su lealtad a sus dos hijas, las cuales pasaron a ser mujeres del Zipa i de su hermano, que era Gobernador de Guatavita. 7. Nuevas hostilidades se principiaron contra los Caci ques de Ebaté, Susa i Simijaca. Comprometióse el comba te que duró un dia. entero, i las sombras de la noche dieron treguas a la batalla. Al siguiente dia hizo pregonar Neme quene que la pelea se trabaría a sangre i muerte, sin dar cuartel a nadie, i desalentados los ebatees al primer en cuentro, desampararon el campo, i el Zipa ocupó ese Caci cazgo, marchando luego contra el Susa, al que venció, i des pués contra el Simijaca, que sufrió igual suerte, fijándose con las tierras de los muzos, por aquella parte, los límites de Cundinamarca. 8. El Gobernador de Guatavita, deseoso de poseer los tesoros del Ubaque, ocurrió al Cacique de Chiguachí, ma nifestándole que necesitaba examinar la guarnición de los muiscas, para saber el estado en que se hallaba, i sin obstá culo alguno llegó de noche a aquel señorío tributario, e hi-