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m la. vijilancia de laa autoridades y la lealtad de la guarnieron) descubrieron los planes de los facciosos; y si la política del Oobierno hubiera sido sanguinaria y vengativa, como lo suponen sus enemigos, se habría dejado consumar el delito, para que en uso de la propia defensa, hubiesen sido esterminados todos los rebeldes. Mas, los humanos principios y de moral que presiden los actos de la administración presente, aconsejaron que se im. pidiese el mal, para evitar nuevos horrores y nuevos escándalo» á la patria. El catalan Sarda corifeo de la conjuración del 23 de julio, y que también lo era de la de octubre, fué aprehen dido y muerto en virtud de la sentencia ejecutoriada que contra él había pronunciado un tribunal competente: al mismo tiempo fueron reducidos á prisión algunos de los cómplices cuyo delito era mas notorio,para que se les juzgase por la autoridad judicial, como asi se ha verificado; suspendiéndose respecto de los demas toda investigación y procedimiento, con el objeto de ensayar si los repetidos actos de lenidad, pueden atenuar el odio ren coroso de un partido que no respira sino sangre y venganzas. La provincia goza hoi de una perfecta tranquilidad. Al examinar las causas de esta criminal tendencia á con juraciones y á azonadas, yo no he descubierto otra que la in r moralidad de ciertos individuos que habiendo vivido á la sombra de los desórdenes, quieren perpetuar estos para medrar á costa del pueblo. Júntanse á ellos los deudores fraudulentos, los pre tendientes chasqueados, los enemigos personales del majistrado, los ociosos y holgazanes y todos los hombres perdidos que de otras provincias se reúnen en esta capital para asegurarse la subsistencia sin trabajo y á espensas de los buenos ciudadano*. A tan infame y dañina jente deben seguir mui de cerca y re. frenar las autoridades públicas, y para ello se requiere celo, astucia y constancia, cooperación de los patriotas, algunas erogaciones pecuniarias y un buen sistema de policía que no existe. Por mis decretos de 31 de octubre de 1831 y 9 de abril de 1832 dicté varias medidas para la persecución de los vagos y holgazanes, de las rameras y prostitutas, de los jugadores y tablajeros, y de los niños que por horfandad ó descuido de sus padres están en desamparo: previne ademas que todas las noches saliesen patrullas de los cuerpos veteranos y de la guardia na cional presididas de los jueces, de los alcaldes y de los comisa rios de policía, cuya creación fué decretada á mi solicitud, para celar ó impedir los desórdenes; y por último he hecho algunos gastos de mi peculio en obsequio de la seguridad pública. Todas estas providencias han producido buenos 'resultados; pero ellas no serán bastantes para la conservación del órden, mientras que una lei de policía no conceda á los jefes políticos ciertas facul tades para prevenir los delitos. Yo la he solicitado repetidas ocasiones por conducto del I’oder Ejecutivo, y es preciso instar y aun importunar, para que !a espida la próxima lejislr.tura, por que sin ella, doloroso me es decirlo, no podrá contar esta pro.